Saqqara nació en las inmediaciones del desierto y desde ese mismo instante, se supo que era diferente. Su pelo era blanco como la nieve y su piel era pálida. Con el tiempo, descubrió que era capaz de controlar las cenizas y lo utilizó para convertirse en la mano derecha de un señor del crimen.

Todo el mundo comenzó a conocerle por su pálida piel, que decían que había conseguido por cubrirse de las cenizas de los muertos que dejaba a su paso.

Poco se sabe de él, salvo que era cruel y sádico. No buscaba el poder de su señor del crimen, solo satisfacer sus deseos más profundos, uno de ellos, matar.