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    BERGRISAR, EL MAESTRO DE LA ROCA

    EL MITO

    En la mitología nórdica, los gigantes son llamados Jotun y en nórdico antiguo, eran llamados jötnar (sing. jötunn), risar (sing. risi) en general, en particular estaban: bergrisar (‘gigantes de las montañas’), o þursar (sing. þurs),  hrímþursar (‘gigantes de la escarcha o de la helada’).

    LA VERDAD TRAS LA LEYENDA

    Los enanos son uno de los grandes grupos de razas, existiendo diferentes subespecies, aunque casi todas suelen compartir una especial predilección por habitar enormes palacios y ciudades subterráneas aplicando sus refinadas artes orfebres y artesanas, siendo unos maestros del metal, las piedras preciosas, los minerales e incluso la roca viva. También suelen compartir su disgusto con las razas habitantes de la superficie y en general, el resto de razas, porque son enemigos acérrimos de los demonios, con los que se disputan los lugares subterráneos.

    Hace ya siglos que no se ven apenas enanos ni se documenta nada sobre ellos, salvo algunos grupos reducidos que optaron por avanzar en su tecnología y costumbres y con los que algún demonólogo consiguió contactar tras años de búsqueda. La mayoría están perdidos en sus ciudades subterráneas, lejos de la humanidad.

    Bergrisar‘ era un enano gris, una subespecie que tenía la particularidad de tener una piel más resistente con un todo gris pálido. Los enanos grises eran una de las razas que más reuían al resto, viviendo aislados en sus comunidades y recelando incluso de otros enanos. Eran maestros de la roca, más que ninguno otro, y no era extraño que un enano gris naciese con capacidades para moldearla a su gusto.

    Bergrisar‘ nació con esta habilidad, y era muy hábil en ella, pero su corazón le pedía algo más. Poco después de su adolescencia, a los sesenta años, rebelándose contra todo y todos los suyos, decidió salir a la superficie a investigar a las razas que la poblaban, ganándose el repudio de los suyos. Tras una veintena de años, volvió, y no fue recibido de forma cálida. Trabajó en planos e invenciones que había pensado en sus viajes y consiguió mejorar las forjas que hasta entonces empobrecían el gran trabajo que hacían con sus propias manos en las rocas y el metal.

    Con el tiempo, fue aceptado y nombrado ‘Idalón’ de los suyos, un título concedido a los grandes maestros de entre los suyos. Formó una academia, y sus conocimientos se propagaron entre los suyos.

    Tras su muerte se erigió una estatua a partir de un único bloque de roca, adornada con bellos metales que sus forjas permitieron crear y los Daesdi le propusieron ser Guardián de la Tierra, algo a lo que accedió con gusto.

    LA PRUEBA

    Tengo que decir que Bergrisar no parecía mal tipo, pero no me cayó especialmente bien cuando empecé a descubrir la verdad de su prueba, mi transformación, aunque ahora no consiga percibir ningún cambio, pero sí recuerdo las fiebres. En su momento, superé la prueba poniéndome en sintonía con el licántropo con lo único que conseguimos estar de acuerdo, Diana. Eso me convirtió en Daë de la Tierra.

    CHRISTOPHER MACLEOD

    DAAKKA

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