CERNUNNOS, EL DIOS ASTADO

EL MITO
‘Cernunnos’, en la mitología celta, es la deificación del animal macho cornudo. Dios relacionado con la fertilidad y la regeneración ctónica y divinidad de la abundancia y amo de los animales salvajes. Su rasgo más particular son los cuernos de ciervo. En las representaciones que se conservan, se le ve anciano, con orejas y cuernos de un ciervo, portando un torque al cuello y en la mano. Está a menudo acompañado por una serpiente con cabeza de carnero o simplemente, con cuernos, esta simbiosis simboliza fertilidad y renacimiento (en la tradición gaélica virilidad y renovación), vinculado con el mundo inferior.
Tanto su aspecto físico como la localización recuerda al mito del Minotauro. El Minotauro (del griego Μινόταυρος, Minótauros), era un monstruo con cuerpo de hombre y cabeza de toro. Su nombre significa “Toro de Minos”, y era hijo de Pasífae y el Toro de Creta. Fue encerrado en un laberinto diseñado por el artesano Dédalo, hecho expresamente para retenerlo, ubicado probablemente en la ciudad de Cnosos en la isla de Creta. Por muchos años, hombres y mujeres eran llevados al laberinto como sacrificio para ser el alimento de la bestia hasta que la vida de ésta terminó a manos del héroe Teseo.
LA VERDAD TRAS LA LEYENDA
‘Cernunnos‘ nació en la Antigua Grecia, y su historia se mezcla con la leyenda, pues fue fruto de una relación de su madre y su padre el Rey de Creta. Cuando ‘Cernunnos’ creció y manifestó la extraña capacidad de transformarse en un ser mitad toro, mitad hombre, fue mandado a encerrar en un laberinto que el Rey había encargado crear para guardar celosamente sus tesoros.
Allí, le colocaron un aro con una joya engarzada, hechizada por una bruja del lugar, que impediría que ‘Cernunnos‘ adoptase forma humana, siendo imposible así reconocer que era hijo del Rey, que despreciaba haber concebido ese ser y no quería que le relacionasen con él.
‘Cernunnos‘ quedó atrapado custodiando el laberinto, alimentado de vez en cuando con bellas vírgenes de las que primero disfrutaba el Rey, y luego enviaba al laberinto para tapar sus acciones. Hasta que llegó un “héroe” que cruzó el laberinto y dio muerte al conocido como Minotauro, que no recobró la forma humana ni después de muerto, porque el enterraron con el aro al cuello.
Los Daesdi, apiadados de tan desdichada criatura, le nombraron Guardián de la Naturaleza, pues, tras el imponente físico, se ocultaba un corazón noble de Guardián.
LA PRUEBA
Vincent Solo tuvo que enfrentarse al Laberinto como personificación de las dudas que había en su mente. Tras solucionar las cosas con Daakka, consiguió encontrar la respuesta, superar el miedo y querer enfrentarse al Minotauro para llegar finalmente ante él donde tuvo que confiar en Daakka para reducirle convirtiéndose en Daë de la Naturaleza.