En su mundo natal, los elfos lucharon por sobrevivir y erradicar a los demonios, pero en los siglos que duró esta lucha, algunos elfos terminaron cediendo al poder de la oscuridad, tratando de aprovecharla para su propio interés, llegando a adorar a dioses demoníacos de otras dimensiones. Esos elfos pasaron a ser los ‘Elfos Perdidos’ u elfos oscuros.

Tras la era dorada de los elfos claros y el fin de los demonios de ese mundo, tuvo lugar el inminente conflicto contra los elfos oscuros en lo que se conoce como ‘Las Guerras Élficas’. La magia usada por ambos bandos desestabilizó el equilibrio natural e hizo de ese mundo un lugar inhabitable, así que los elfos huyeron y se dispersaron por los mundos.

A la Tierra llegaron tanto elfos claros como oscuros. Los elfos oscuros, debilitados, buscaron refugio en las profundidades, conviviendo junto a demonios y seres de la oscuridad, aprendiendo a sobrevivir a los peligros del nuevo mundo y adorando a sus viejos y nuevos dioses demoníacos. Fueron los únicos elfos que no participaron en el conjuro que les ocultó de la humanidad, aunque este también les benefició.

Actualmente, los elfos oscuros tienen varias ciudadelas subterráneas en las que viven ocultos, aunque son los que más se aventuran en el mundo humano, camuflándose en la noche para conseguir sus propósitos.

A diferencia de los elfos claros, la piel de los ‘Elfos Perdidos’ es gris oscura o negra, su pelo suele ser claro o directamente blanco y sus ojos varían entre el amarillo y el rojo.